lunes, 2 de agosto de 2010

El enfrentamiento

Todo empezó temprano. A las diez de la mañana del 3 de noviembre ya se sabía que estaban en camino los de la corriente nacional. Se sabía que querían tomar el sindicato. Se sabía que iba a haber piñas. Pero incluso fue peor.

Ricardo Valle era delegado en una planta de la ciudad de Córdoba, tenía 50 años, 3 hijos, un nene de nueve, una jovencita de doce y un adolescente de quince y vivía con su mujer Marta en la misma casa desde hacía 15 años.

Nunca se imaginó que no iba a volver del viaje a Rosario y cabe suponer que tampoco tenía del todo claro para que venía a la ciudad. Algunos dicen que le habían dicho que era para una asamblea, otros dicen que estaba al tanto de que se iban a enfrentar con los del sindicato local, en Rosario dicen que incluso pueden haberlo matado desde sus mismas filas, en alguna reyerta interna. El punto es que todavía no sabemos quien lo mató.

Lo que si sabemos es que el cuerpo fue encontrado por los médicos del SIES en la calle Rioja entre Cafferata e Iriondo. Para los dirigente de la conducción nacional, el disparo fue dado a 50 metros de la sede del sindicato. En la seccional local dicen que “El muerto aparece lejos del gremio en Rioja al 3400, y nosotros no salimos corriéndolos a los tiros hasta allá”.

En el medio día se dio el enfrentamiento. Varios colectivos vinieron desde el interior, de las provincias de Córdoba, Entre Ríos, Buenos Aires y el norte de Santa Fe y estacionaron cerca del Club Plaza Jewell, a tres cuadras del sindicato. Desde allí un vallado los dirigió directamente al sindicato. “La policía cumplió el rol de conducción” dice Alejandro.

“Hubo dos encontronazos, la policía recién actuó en el segundo. Hubo, de hecho, zona liberada”. También apuntan los cañones a quien fuera Ministro de Seguridad de la provincia en ese momento, Daniel Cuenca “lo de la zona liberada no tiene ningún asidero” se defendió.

El punto es que cerca del mediodía, mientras los policías miraban a 50 metros del lugar llegan los de chaqueta amarilla para enfrentarse con los de chaqueta verde que se encontraban en franca desventaja numérica. De los dos bandos estaban armados con piedras y palos, también con cadenas dicen algunos. Se acercan, se acercan, casi que se huelen el aliento (foto), solo falta una chispa para que todo explote y explota. Empiezan los golpes y se escuchan los disparos, duro solo unos minutos y se dispersan. Esto se repetirá más tarde con menor intensidad.

El segundo choque fue reprimido rápidamente por la policía, pero ya era tarde, ya había varios heridos, y en poco tiempo, habría un muerto. Un auto fue incendiado y el frente de la casa que estaba frente al sindicato recibió varios impactos de bala. Ya estaba el hecho consumado. La sede del sindicato sería disuelta. El muerto, dicen desde Rosario, fue puesto por los de la nacional o, en otra de las hipótesis, fue asesinado por gente de la barra brava de central. Hay un detenido que todavía está procesado y sin condena a la vista. El caso todavía está por resolverse.

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