martes, 15 de julio de 2008

Cita a solas en un bar

Hace calor, la remera blanca se me pega al cuerpo. En este bar hay más humedad que en un sauna. La encargada es una chica linda que sale de la barra para traerme la lágrima que le pedí. Debe andar por los treinta años, tienen un pantalón de gimnasia negro que le redondea bien las nalgas y una remera violeta que le marca la delgadez y la cintura. Una cara muy linda y el pelo atado con una cola de caballo.

Las mesas son de nerolite verde y blanco con bode de madera y las sillas de caño, negras; un par de heladeras con gaseosas en un rincón, un par de cajones de porrón en otro. Las paredes están pintadas unas de verde agua y otra de un color ocre suave, el techo es blanco. Bien decorado, austero. De fondo está sonando un regetón, como la mayoría, asqueroso. Después, britni spirs. ¡Que asco britni spirs! Y pensar que me gustaba, (tenía trece años; lo se, no es excusa).

Quiero mirar para afuera pero la luz me rebota en los lentes rayados y desde la penumbra me dificulta ver hacia la calle, iluminada con el sol del medio día.

Tengo pensado encontrarme con un transero para escribir un trabajo y se me ocurre que puede ser en un bar como este. Estoy cagado, si fuese en un bar así, habría poca gente, pocos testigos. Me lo imagino más malo que Tony Montana, el Scarface de Brian De Palma. Se nota que tengo idea; más vale que haga bien la onda porque sino me puedo llevar un lindo cagazo.

(Suena en la radio, Metro, metro, metrosexual...)

Sebastián Butticé

“Hasta Cuando Con Esto”