sábado, 19 de abril de 2008

Las Bellezas rosarinas

La ciudad de Rosario es conocida hoy por cuestiones como su actividad cultural, su transporte urbano en crisis, su centro siempre congestionado, sus calles sucias e inclusive su red de Wi-Fi en peatonal Córdoba, obra del edil Boasso, que en una ciudad con la pobreza de la nuestra y con un gobierno socialista llama bastante la atención. Pero hay un aspecto que la hace más célebre aún. Sus mujeres.

Son reconocidas por propios y extraños. Son un aliciente para la vida agitada del local y un atractivo turístico para el visitante. Nada como caminar por la ciudad siempre en compañía de unas buenas caderas y unas bellas sonrisas.

Tal vez fue culpa del crisol de razas o de alguna mística local maligna, lo cierto es que las malditas (o benditas) Rosarinas; si, con mayúscula; tienen tanto de hermosas como de histéricas. Aman jugar con nosotros, nuestros sentimientos y nuestras erecciones. Eso sí, cuando aman lo hacen en serio; lastima que no sea seguido.

La mujer vernácula es animal nocturno y se concentra en cantidades en algunos lugares, esto dificulta su presa y pone agresivos a los machos “viriles” de los suburbios, que luchan a zarpazos por arrancar las ropas de las voluminosas hembras.

Ya se escribió suficiente, me voy detrás de unas caderas.
Sebastián Butticé

“Hasta Cuando Con Esto”

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