Hay un lugar inhóspito donde ciertos hombres nos sentimos solos, los hombres de ciudad. Los del asfalto y el embotellamiento, los de zapatos y camisa limpia, los de manos sin callos y uñas sin tierra. Ese lugar; ese lugar se llama Campo.
En los últimos días se han producido rispideces entre las personas de ese “lejano” lugar y el gobierno nacional. Llamó la atención la participación de hombres y mujeres de ciudad; personas que lo más cerca que han estado del Campo es en el asado del domingo, además de que a ninguno se le escapó un “blancos de mierda, dejen de cortar rutas”. Da la impresión de que la protesta vale, para la clase media, cuando la hacen sectores con cierto poder económico y para las clases altas, solo cuando las hace la “gente como uno”.
Esta falta de solidaridad es una característica frecuente en la vida política argentina donde “esta todo bien” hasta que me tocan a mí.
“Hasta Cuando Con Esto”
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